lunes, 24 de junio de 2013

La transgresión, una características clave de la Innovación Social





Qué es y que no es la Innovación Social es un tema de reciente debate. En las últimas décadas el entorno socio–económico ha experimentado profundos cambios. La creciente complejidad de la sociedad actual demanda la aparición de modelos de gestión capaces de integrarla y dirigirla, además de sistemas coordinados donde la responsabilidad no recaiga casi exclusivamente en las autoridades públicas o privadas (Anshell y Gash, 2008). Este nuevo contexto requiere de fórmulas de cooperación que involucren a entidades públicas –financiadas a través del sistema fiscal y presupuestario–, empresas privadas, que captan en el mercado los recursos necesarios para su funcionamiento, y organizaciones no lucrativas, cuyos recursos humanos y materiales proceden en gran medida de la solidaridad voluntaria de la ciudadanía. Tal y como indican Jiménez y Morales (2011), muchos de los problemas de la sociedad actual no podrían entenderse, y menos aún resolverse, sin la participación de estos tres sectores.

Muchas de estas organizaciones están liderando procesos de innovación social, buscando fórmulas novedosas o alternativas de dar respuesta a los problemas que acucian a la humanidad. Pero... ¿qué es esto de la innovación social? En relación con este fenómeno han emergido numerosos conceptos (economía del bien común, voluntariado corporativo, presupuestos participativos, co-creación, consumo alternativo, empresa social, eco-innovación…) que se asocian a diferentes organizaciones que navegan bajo la tutela del mercado, del estado o de la propia sociedad civil, tal y como se ha indicado anteriormente.

El concepto es sin duda novedoso, por lo menos desde el punto de vista científico. Una rápida búsqueda en la versión académica de Google pone de manifiesto que el número de referencias académicas publicadas sobre el tema entre 1980 y 2000 apenas alcanza las tres centenas. Sin embargo, entre 2001 y 2009 el número se quintuplica, hasta situarse en 1.590, una cantidad que ha sido superada en los últimos tres años (1.640 referencias en ese breve período), lo que pone de manifiesto el creciente interés por el tema de la innovación social.

La innovación social es un concepto novedoso... aunque quizás no tanto. Los innovadores sociales (las personas que han sabido ver más allá de lo que imponen las restrictivas normas sociales imperantes de la época) han existido siempre a lo largo de la historia en diferentes ámbitos del conocimiento: las letras, la pintura, la economía, la guerra, etc.





Al mismo tiempo, hoy día se etiquetan de innovación social prácticas que de un modo u otro han existido toda la vida. ¿En qué se diferencia el crowdfunding de las tradicionales cuestaciones benéficas de organizaciones como la Cruz Roja? Es más, en 1885, Joseph Pulitzer hizo un llamamiento a los lectores de su periódico New World para que contribuyeran con pequeñas aportaciones a la financiación del pedestal de la estatua de La Libertad. En un decir "amén", más de 100.000 estadounidenses aportaron más de 100.000 dolares (¡lo que cabe a 1 dolar por persona!) que permitieron finalizar lo que actualmente constituye el símbolo universal de la ciudad de Nueva York. 

¿Y qué me dicen del coworking? ¿En qué se diferencia este término de los trabajos que por el bien común hacen los Amish o cualquier otra comunidad en el planeta? ¿Recuerdan ustedes la respuesta global que hubo en España tras el desastre del Prestige? Si eso no es coworking ¡qué venga Dios y lo vea!


Con todo, algo tendrá de novedoso la innovación social cuando la adminsitración Obama ha creado una agencia específica dedicada a este asunto (Office of Social Innovation and Civic Participation)… y la Unión Europea lo propone como remedio a la crisis que atravesamos… hasta el punto de identificar cuáles son las áreas de especial interés a las que se dedicarán gran parte de los fondos estructurales 2014-20 (ver la Guía para la innovación social, publicada por la Comisión Europea en febrero de 2013): inclusión social, migraciones, regeneración urbana, economía social, microfinanzas, salud y envejecimiento, incubación, innovaciones laborales y estrategias regionales.

Definiciones de innovación social hay muchas. En uno de sus últimos trabajos, nuestro compañero Alfonso Carlos Morales definía la innovación social como toda acción endógena o intervención exógena (surgida desde las personas necesitadas o desde las que quieren ayudar) de desarrollo social (que mejora el bienestar y la cohesión social) producida mediante un cambio original y novedoso en la prestación de un servicio o en la producción de un bien (admite diferentes formas de manifestación intangibles o tangibles) logrando unos resultados (existen indicadores objetivables del cambio producido) generalmente mediante un sistema en red (adquieren mayor protagonismo las relaciones interorganizativas más que las intraorganizativas) que son potencialmente reproducibles (tiende a su difusión ilimitada en lugar de su reproducción restringida o controlada).

Pero a esa definición habría que añadir una característica adicional que consideramos imprescindible para entender el funcionamiento de la innovación social: la transgresión. 

Al afamado filósofo alemán, Arthur Schopenhauer se le atribuye la cita que apunta a que toda verdad pasa por tres etapas diferentes. Una primera en la que se la ridiculiza. Una segunda en la que se genera una violenta oposición. Finalmente, una tercera en la que la verdad resulta aceptada como si siempre hubiera sido evidente.

Nadie ha dicho que innovar sea fácil. Al contrario. Mientras algunos innovadores han descubierto continentes, otros se han visto obligado a renegar de sus teorías so pena de muerte. Mientras algunos innovadores han recibido el premio nobel de la paz tras pasar muchos años encarcelados en pútridas mazmorras, otros han sido asesinados vilmente por defender los mismos derechos. Esta circunstancia viene motivada por esa otra característica básica de la innovación social, la transgresión. La innovación social es transgresora en esencia, por eso suele chocar frontalmente con el estatus quo dominante. Y eso, a veces, origina consecuencias desagradables.

Sin embargo, el mundo actual no sería el que es sin los innovadores sociales, personas que asumen esos riesgos y logran que la sociedad progrese. La innovación va asociada al riesgo y el riesgo al emprendimiento. Todos coincidiremos en que para superar la etapa de crisis actual se necesita de estos emprendedores sociales capaces de asumir riesgos, capaces de enfrentarse al poder dominante, capaces en definitiva de luchar por alcanzar una sociedad más justa y comprometida, personas que aspiren a que sus descendientes hereden un mundo mejor.

Para todos esos transgresores sociales mi más sincera enhorabuena, gracias.

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