La economía española no se entendería sin la aportación del sector turístico. En 2013 se espera que más de 57 millones de turistas visiten nuestro país. La situación de inestabilidad política y social de naciones como Egipto o Turquía ha contribuido a que posiblemente se superen las previsiones más optimistas, de tal modo que el sector aportará de forma directa, indirecta e inducida 160.000 millones de euros a la economía española, lo que supone algo más del 15% del Producto Interior Bruto nacional. Esto no significa que no existan retos en el sector, ni mucho menos. El más clásico de todos ellos es la lucha por aumentar el gasto medio por turista. Según datos de junio de este año, los turistas internacionales desembolsan cada día 109 euros de media, el 3,4% menos que en junio del 2012, lo que sin duda constituye un paso atrás en el intento por elevar la calidad de la demanda.
Pese a las legítimas aspiraciones del sector, en los últimos años están emergiendo nuevas fórmulas de turismo alternativo que difícilmente contribuirán a aumentar el gasto por turista. Estos viajeros alternativos poco tienen que ver con el perfil prototípico del turista más clásico que visita nuestro país en busca de descanso, lujo, diversión, desenfreno, marcha, ambiente, cultura o cualquier otra expectativa que amplíe su zona de confort. Al contrario, estos peculiares visitantes aspiran a viajar de otro modo (sobre el auge del turismo "slow" puede consultarse un post anterior en el siguiente
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Los "wwooferos" constituyen un claro ejemplo de lo que estamos hablando. Este término procede del acrónimo
WWOOF, o lo que es lo mismo, World Wide Opportunities on Organic Farms. El WWOOF o wwoofing consiste en un intercambio de ayuda voluntaria, generalmente en explotaciones agrícolas, a cambio de alojamiento y manutención, principalmente; aunque también existen otros beneficios derivados de este intercambio como puede ser la práctica del idioma local o el aprendizaje de oficios artesanales en la agricultura, la ganadería, etc. Las posibilidades son incontables: apicultura, elaboración de quesos, ordeñado, tala, reparaciones... Con esta filosofía se pretende difundir y experimentar la vida rural ecológica de tal manera que impregnen la sociedad de proyectos de vida alternativos mediante un sencillo intercambio de "humanidad y tiempo compartido en las labores típicas en una casa en el campo, en contacto con la naturaleza y usando métodos ecológicos y sostenibles" (WWOOF ESPAÑA).
El Woofing comenzó su andadura allá por 1971 lideado por la visión de Sue Coppard, una secretaria londinense que, en un principio, se dedicó a organizar escapadas de fin de semana con voluntarios para ayudar en granjas de filosofía ecológica. Por aquel entonces, la vuelta a la vida rural constituía una transgresión de lo que se consideraba como “más normal”: emigrar del campo a la ciudad. Sin embargo, aquel reencuentro con la naturaleza sirvió para restablecer el equilibrio perdido de muchas personas atrapadas en la vorágine de la vida urbana. Sue creó la organización WWOOF en Inglaterra y durante muchos años ha sido un movimiento bastante anglófilo, aunque en la actualidad el woofing se extiende por más de 50 países repartidos por el mundo.
En España, este movimiento de cultuinnovación está liderado por WWOOF ESPAÑA (http://ruralvolunteers.org), una asociación cuyos fines sociales son facilitar conocimientos y experiencias sobre técnicas de agricultura ecológica, presentar ante la sociedad que la agricultura ecológica constituye una alternativa viable, organizar proyectos de voluntariado para desarrollar el interés y el conocimiento de las técnicas utilizadas en el cultivo ecológico, como defensa del medio ambiente y de la economía, contribuir a la coexistencia pacífica de las personas del mundo, con absoluto respeto a la naturaleza y, entre otras, promover la solidaridad entre las personas y una economía ética.
En la actualidad, WWOOF ESPAÑA dispone de una amplia red de granjas repartidas por el territorio nacional. El listado completo, así como las principales características de cada una de las granjas WWOOF, puede consultarse en el siguiente
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A modo de ejemplo, la finca Santa María situada en la Vega del río Guadalquivir, a pocos kilómetros de Córdoba, ofrece la posibilidad de compartir un espacio en armonía con la madre naturaleza de 7 hectáreas de tierra de labor, de las cuales se cultivan 2 de árboles frutales y de huerto orgánico. El wwoofero se encargará de tareas propias de preparación del terreno, siembra, plantación, riego y recolección. El voluntario se alojará en una casa para voluntarios dentro de la finca que consta de 3 dormitorios, cocina amueblada, salón con chimenea, cuarto de baño compartido, agua caliente... En este caso se solicita una estancia mínima de 5 días y un mínimo de 3 horas de ayuda al día de lunes a viernes. Los gestores de la granja advierten que no son "vegetarianos estrictos", y que respetan el modo de alimentarse de cada uno. Los derechos y deberes básicos del voluntario pueden consultarse en el siguiente
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Aunque algunos pueden pensar en este tipo de actividad como un turismo "low cost", lo cierto es que la experiencia indica que los wwooferos en realidad son personas con una forma diferente de entender la vida, sujetos que llevan a práctica su forma de percibir el mundo a través del trabajo voluntarios en granjas ecológicas.