martes, 7 de octubre de 2014

Para innovar hay que estar un poco loco


El título de esta entrada del blog recoge la frase que pronuncia Travis Kalanick, el fundador y consejero delegado de Uber, en una entrevista concedida en Londres. En ella ensalza las virtudes de la economía colaborativa y pronostica el fin de la propiedad privada sobre los vehículos.




Os recomiendo su lectura en el siguiente ENLACE.


sábado, 4 de octubre de 2014

La incidencia de los valores culturales en el voluntariado


El pasado 26 de octubre Vicente Fernández, Pilar Tirado y yo mismo tuvimos el honor de ser galardonados con el premio a la mejor comunicación del XV Congreso de Investigadores en Economía Social y Cooperativa del CIRIEC, celebrado en la Universidad de Cantabria de Santander los días 25 y 26 de septiembre, y con la participación de 200 profesores de 70 Universidades diferentes.



El trabajo premiado, titulado ‘La incidencia de los valores culturales en el voluntariado: el caso de Europa’ se enmarca en el campo de la literatura científica que relaciona la dedicación al voluntariado con los valores personales de los voluntarios. En el mismo se constata que en la floración del voluntariado juega un papel relevante el sustrato de los valores. La gestión de estos valores exige una confección a medida, que rehúya del tan socorrido ‘prêt-à-porter’, ya que cada tipo de voluntariado enmascara unas creencias y valores privativos, cuando no antagónicos.

Los niveles de participación e implicación de los individuos en las actividades de voluntariado constituyen un indicador de la capacidad de una sociedad para identificar cuáles son sus problemas más acuciantes, así como de su compromiso con la búsqueda de soluciones. Sin embargo, la realidad del voluntariado es sumamente compleja, hasta el punto de que resulta complicado definir y caracterizar el trabajo voluntario, dada la gran variedad de interpretaciones, motivaciones, variables sociodemográficas y aspectos culturales que configuran el perfil de los voluntarios, analizados tanto a nivel individual (persona a persona), como en términos colectivos (asociaciones y redes de solidaridad).

El conocimiento de este perfil resulta interesante para los gestores de entidades no lucrativas a la hora de articular estrategias de captación de personal, organización y asignación de tareas, búsqueda de fondos, o de diseñar políticas orientadas a mejorar la satisfacción de los voluntarios y, por lo tanto, su nivel de compromiso con la actividad que realizan y con la organización que les da soporte. Diferentes investigaciones ponen de manifiesto que existen variables sociodemográficas y contextuales que inciden de manera desigual sobre el perfil del voluntariado, según países o niveles de desarrollo. Además, los resultados de los estudios desarrollados en esta materia ofrecen conclusiones dispares según el momento en el que se realicen las investigaciones, ya que el entorno sociocultural evoluciona con el tiempo, lo que evidencia que el voluntariado presenta perfiles dinámicos que están permanentemente en proceso de cambio.

Si las razones que explican el por qué realizar o no tareas de voluntariado constituyen ya de por sí un objeto de investigación, la elección de dónde desarrollar esta actividad es un asunto tan enigmático o más si cabe, ya que no resulta sencillo predecir las preferencias de los voluntarios sobre el tipo de voluntariado al que dedicar su tiempo de manera altruista. En este sentido habría que preguntarse si el voluntariado constituye un hecho en sí mismo o está alineado con un tipo de actividad concreta: ecológico, humanitario, religioso, político, sindical… La pregunta que cabría hacerse en este punto es si el sustantivo prima sobre todo lo demás o, por el contrario, tal sustantivo sólo adquiere significado cuando se acompaña de un adjetivo concreto, que necesariamente estará condicionado por los valores y creencias personales del individuo.


Los resultados de nuestro trabajo ponen de manifiesto que dedicarse al voluntariado, en general, depende de una combinación de variables agrupadas en dos categorías –perfil sociodemográfico y valores culturales–. Las variables que, actuando conjuntamente, contribuyen de manera más decisiva a predecir el perfil de las personas que realizan actividades de voluntariado son: la predisposición a la acción política, la importancia que conceden a los valores postmaterialistas, el nivel de ingresos, la confianza en el prójimo y el tamaño de la población en la que residen. Sorprende que el hecho religioso no aparezca en el modelo de regresión logística como un factor significativo dentro de la combinación que mejor explica el perfil del voluntario, a pesar de que tradicionalmente la religiosidad se ha venido utilizando para justificar esta realidad (por ejemplo Grönlund, 2012). Este resultado puede interpretarse en el sentido de que el voluntariado depende más del compromiso personal que de su confesionalidad religiosa. En esta línea, cabría preguntarse si la identificación de determinadas causas con la confesionalidad de la institución que las promueve suma voluntades o, por el contrario, resta apoyos por la asociación que algunos individuos puedan realizar entre la misión y el carácter religioso de la organización que la respalda. Esta reflexión podría servir a los gestores de las entidades no lucrativas a la hora de decidir dónde poner el énfasis en las campañas para la captación de voluntarios: bien en el carácter de los proyectos o bien en la naturaleza de la institución.