martes, 14 de mayo de 2013

La "Insecticultura" una oportunidad de negocio en la base de la pirámide

¿Se imagina usted degustando un sabroso revuelto de saltamontes? Solo de pensarlo produce repugnancia en los países occidentales. ¿Verdad?

De todos los tipos de innovación social la más compleja es sin lugar a duda la cultu-innovación, esa innovación social que implica modelar las conductas y comportamientos que han conformado la forma de actuar "socialmente aceptable". Cambiar los hábitos y costumbres arraigados en el cerebro de los seres humanos tras millones de años de evolución no es tarea baladí.

A pesar de ser conscientes del rechazo gastronómico que ello genera en la cultura occidental, un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) insta a comer insectos para combatir el hambre, apoyándose en que son nutritivos, económicos y «hasta deliciosos», de tal manera que podría llegar a convertirse en la solución al hambre, a la obesidad en incluso a muchos de los problemas que afectan al medio ambiente, dado que limitaría el uso de pesticidas en la agricultura.


Si no ocurre algún cataclismo inesperado, a mitad del siglo XXI pisarán el planeta tierra más de 9.000 millones de habitantes. Para alimentar a toda esta gente habría que duplicar la producción actual de alimentos, algo que resulta materialmente imposible dada la superficie cultivable que existe actualmente. Según el informe de la FAO, casi 2.000 especies de insectos forman parte de la dieta tradicional de unos 2.000 millones de personas en el mundo. Los más habituales en este tipo de menú gourmet son los escarabajos (31%), las orugas (18%), abejas, avispas y hormigas (14%) y saltamontes, langostas y grillos (13%). Sin embargo, en el resto del planeta se desaprovecha (y hasta repugna) este recurso que ofrece la naturaleza y que constituye una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos, con un alto contenido en proteínas, vitaminas, fibras y minerales.



Pero es que, además, criar y recolectar insectos de forma sostenible constituye una actividad empresarial dirigida a la población más pobre, ofreciendo una oportunidad de negocio en la base de la pirámide. Revalorizar y explotar el potencial de los insectos como alimento, y también como pienso, reúne algunas de las características fundamentales de los negocios en la base de la pirámide, a saber:




a) Modelo de negocio sostenible y responsable, que crea valor para la comunidad.

b) Que propone una solución innovadora para acabar con la desnutrición en el mundo.

c) Que va dirigida a la integración de los colectivos empobrecidos.

d) Donde se contempla la triple bottom line: impacto económico, social y medioambiental.

e) Replicabilidad del modelo de negocio, de tal manera que es fácilmente extrapolable a las comunidades más pobres de cualquier rincón del planeta.


Los insectos forman parte de la dieta humana desde hace mucho tiempo, y su consumo resulta habitual en una gran cantidad de pueblos y culturas. Pese a los problemas gastrointestinales que a título individual pueda generar esta dieta a cada uno, nadie puede poner en duda que el informe de la FAO constituye un claro ejemplo de cultu-innovación, una propuesta innovadora y volcada en la resolución de serios problemas que afectan a la sociedad.



   !!!BUEN PROVECHO¡¡¡


El tiempo dirá si la sociedad se chupeteará los dedos, o no, con esta propuesta de innovación social de ámbito cultural. 


Hasta entonces... 

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